Luis Guevara: “El concierto más satisfactorio es cuando experimentas que todo el público siente contigo la música.”

La cercanía de Luis Guevara con el charango y la música andina empieza antes de la creación de la Orquesta de Instrumentos Andinos. Cree que la OIA ha cumplido un papel importante no sólo en la difusión de la música ecuatoriana, sino también en la promoción de la instrumentación propia de la región. Aquí algunas de sus experiencias.

Por: Jefferson Herrera, productor del Centro Cultural Mamacuchara

Producción: Usted lleva 30 años en las filas de la OIA, es uno de los músicos fundadores de la orquesta, sin embargo, sabemos que su actividad artística empezó mucho antes, ¿podría contarnos este detalle?

Luis Guevara: Entre los años de 1987 y 1988 empecé a dictar talleres de charango, mismos que eran autofinanciados y organizados por el Departamento de Bienestar Social de la Secretaría de Educación y Cultura del Municipio, posteriormente, en 1990 – 1991, se llamaría la Escuela de Instrumentos Andinos.

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P: ¿Cómo es que terminó dedicándose a la música? ¿Su familia pretendía quizás que se dedicara a otra cosa?

LG: Quizás sí, mi familia hubiera querido que siguiera otra cosa, porque comencé un poco tarde, de todas formas, mi papá de manera empírica tocaba la guitarra y el rondador, él era siempre el alma de las fiestas en familia. Entonces, creo que eso influyó mucho en mí y en mi familia; desde muy pequeño inicié cantando en la escuela y traveseando la guitarra de mi padre.

Cuando ya pude realmente empuñar la guitarra, comencé a romper las cuerdas de metal que se usaban en ese tiempo. Por mi cuenta sacaba pequeñas frases de canciones, sin saber nada de tocar en verdad; empecé a mirar cómo ponían los dedos y, averiguando a uno que otro amigo, ponía algún acorde.

En mi adolescencia comencé realmente a tocar algo la guitarra eléctrica con una orquesta tropical en el barrio. Luego, fui parte de una orquesta tocando el bajo eléctrico, después participé con varias orquestas de renombre, ya que además de darme satisfacción ganaba dinero, pero cuando no conoces de música sientes que algo te falta, fue así que a los 18 años entré al Conservatorio Nacional de Música, para aprender lectura musical y algo de armonía.

P: De entre toda la variedad de instrumentación andina, ¿por qué escogió al charango como compañero de vida, si así se me permite decirlo?

LG: Cuando conocimos a Segundo Cóndor, es decir cuando comenzó a frecuentar la casa de mis padres como enamorado de mi hermana, él con sus compañeros de universidad formó un grupo de música andina, fue ahí que en una ocasión trajo el charango a casa y para mí fue un sonido muy brillante, muy cálido y me enamoré de este instrumento. Claro, le pregunté sobre los primeros acordes, esto sería cuando bordeaba los trece años, luego fui investigando de manera autodidacta las muchas formas de rasgueo y los punteados, cuando de pronto en mi colegio, el “Juan Montalvo”, comenzó a estudiar un charanguista muy bueno, que ya tenía mucha fama, y con quien entablaría una gran amistad y aprendería muchísimo de manera visual, era Fernando Guerrero, tío de nuestro compañero Alejandro Guerrero. Así empecé a profundizar mucho más con el grupo familiar en el cual también estaba Segundo, realizaríamos un intenso trabajo participando en festivales, recitales y peñas, lo que nos permitiría hacer una gira muy exitosa en Colombia en el año 84, el grupo se llamó “Sumac Chacra”.

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P: ¿El charango es algo exótico en el resto del mundo o ya se está incorporando a la cotidianidad de los músicos?

LG: Pienso que todavía es un instrumento exótico, pero gracias a las varias propuestas, ya que desde hace mucho tiempo venimos interpretando obras como la “Marcha Turca” de Mozart; “Czardas” de Vitorio Monti, “Vals del minuto” de Chopin, entre otras, tratando de romper con el imaginario que este instrumento solo servía para tocar música vernácula de la región sudamericana. Fueron cosas como estas las que inspiraron la idea de crear una orquesta que, como la europea, reúna a la mayoría de los instrumentos de nuestra región para tener una sonoridad diferente y que sea capaz de interpretar cualquier tipo de música. El charango se ha desarrollado mucho, al punto que hoy es un instrumento que se interpreta a nivel mundial. Pienso que la OIA también ha tenido mucho que ver en ello, ya que al interpretar cualquier tipo de música, incluyendo la lectura musical, lo ha posicionado al nivel de cualquier otro instrumento.

P: ¿Cuáles eran las expectativas cuando se creó la OIA? ¿Cree que se han cumplido todas esas expectativas?

LG:  Cuando iniciamos la OIA, que no fue en el año noventa como todo el mundo conoce, incluyendo los mismos integrantes, puesto que la idea de hacer una orquesta al estilo de una sinfónica, con instrumentos andinos, se da entre los años 88 y 89, cuando mi hermano Tito y yo, junto a otros músicos, impartíamos talleres de instrumentos andinos autofinanciados, que organizaba la unidad de Bienestar Social del departamento de Educación y Cultura del Municipio de Quito. Allí fue cuando el director de este departamento nos preguntó si podríamos hacer algo grande, en este marco propusimos formar una orquesta de estas características. Esto le pareció fabuloso y, siendo una persona muy entusiasta, dio oído a nuestras “locuras”.

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De esta manera dimos forma al proyecto, pensando en cómo nuestros instrumentos reemplazarían a aquellos que utiliza una orquesta sinfónica, advirtiendo que necesitaríamos un director con conocimientos de lectura musical y de nuestros instrumentos (cosa difícil para la época y peor aún para alguien sin conocimientos musicales), es así que luego de revisar una lista de músicos, escogimos a quienes serían el director y subdirector de esta orquesta haciéndoles conocer cuáles eran los objetivos del proyecto.

P: ¿Con cuántos músicos se formó en un inicio la OIA? Actualmente son 38…

LG: En los inicios realmente estarían más de 100 aspirantes, pues la convocatoria fue abierta tal y como se hacían para los talleres, luego fuimos tomando pruebas, designamos como primeros atriles o profesores instructores a aquellos que conocíamos de su trayectoria, por eso a ellos nunca se les tomó una prueba pues nos conocíamos, otros desertaron en el camino y así llegamos hasta quedar los 38 que somos ahora.

P: Sin duda, al ser músico fundador, usted ha estado en cientos de conciertos, estrenos mundiales, importantes montajes e incluso óperas, ¿cómo se ha nutrido profesionalmente con cada presentación y con la respuesta del público?

LG: Creo que nos ha dado muchas satisfacciones y, a nivel profesional, cada vez nos permite crecer; considero que el concierto más satisfactorio es cuando experimentas que todo el público siente contigo la música, en este caso, fue el primero que presentamos como orquesta en el Salón de la Ciudad, que dio paso a la aprobación del proyecto por parte del alcalde de entonces, Rodrigo Paz Delgado.

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P: Uno de los compositores que aportaron mucho a la Orquesta de Instrumentos Andinos fue el maestro Segundo Cóndor, ¿podría comentarnos algo al respecto?

LG: Claro que sí. Como reseñé anteriormente, sin duda alguna, fue conmigo con quien más compartió Segundo, ya que estuvimos siempre como compañeros en varios grupos de diferentes estilos. Sin embargo, cuando comenzamos la orquesta él se mostró un poco escéptico, después se animó, y yo, como primer atril, que al inicio existía esa denominación y que hacíamos siempre sesiones con el director y subdirector para tomar decisiones de la orquesta, pedí su ingreso, indicando que sería un gran aporte. Sin duda alguna, así fue, ya que por obvias razones mi familia y yo éramos quienes más conocíamos y aplaudíamos su talento.

P: Este año es especial, la OIA cumple 30 años, ¿cuál es su sentir al respecto?

LG: Realmente, treinta años de trayectoria nos hace una orquesta muy joven en comparación con las orquestas europeas que son centenarias; considero que se ha logrado una gran parte del camino, y es que la gente nos conozca, aunque entre los sueños iniciales se pretendía lograr que, con esta muestra, se pueda replicar mucho este tipo formato de orquestas en otros lugares, ya que es muy propia de nuestra región, sin embargo sabemos que ya hemos inspirado a varias en Sudamérica, quizás no exactamente el mismo formato pero con un gran amor y respeto por lo suyo .

P: ¿Cuál es su mensaje para la OIA en este trigésimo aniversario?

LG: Mi mensaje sería que continuemos aportando con nuestro compromiso con la música, con más razón ahora la gran mayoría de nosotros hemos caminado juntos, hemos acumulado experiencias y, creo que en muchos casos hemos alcanzado una madurez, tanto en lo personal, así como en la ejecución musical.

Autor: Centro Cultural Mamacuchara - Quito

El Centro Cultural Mamacuchara acoge a seis elencos profesionales: Banda Sinfónica Metropolitana de Quito, Orquesta de Instrumentos Andinos, Coro Mixto Ciudad de Quito, Ensamble de Guitarras de Quito, Escuela Lírica y Grupo Yavirac; y dos grupos de formación: Coro Infantil y Coro Juvenil. Cerca de 200 músicos recorren diariamente los pasillos de este lugar, invadiendo con sus voces e instrumentos, cada rincón de esta casa con casi 100 años de historia.

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